En un post anterior hablamos de la cuantificación de la carga del entrenamiento a nivel general. Un método válido es usar la escala de Borg.
Para simplificar podemos tomar como referencia una escala de 10 puntos en lugar de los 20 originales, donde el 1 es un entrenamiento muy suave, y 10 uno muy duro.
Ahora bien, ¿cuál es el momento justo para valorar un entrenamiento de carrera?
La respuesta correcta sería, justo al terminar.
Una buena manera de entenderlo es con el siguiente ejemplo:
- Toca un entrenamiento de fin de semana para preparar un maratón. Rodaje de 90’ a ritmo progresivo.
- Terminas y valoras. Al entrenamiento le das un 8.
- Imagina que terminas y no lo valoras… Te vas a casa, te duchas, comes tranquilamente y te tumbas en el sofá. Te relajas, y decides valorar… al entrenamiento le das un 7 o un 6.
- Si pasan más horas pueden ocurrir dos cosas, que estés más descansado con lo que tu escala será menor 5 o 4, o que aparezcan las temidas agujetas y que decidas subir y dar un 9.
Como ves, con el paso del tiempo y la lejanía del entrenamiento te hace valorar de diferente forma.
Lo más efectivo es hacerlo nada más terminar, con las sensaciones que tienes en el momento y sin influir otros factores.
Guarda esa percepción, y compárala con mismos entrenamientos de otros meses y semanas, te ayudará a sacar muchas conclusiones.
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